martes, 29 de septiembre de 2009

San Jerónimo Doctor de la Iglesia

30 de Septiembre

San Jerónimo


Doctor de la Iglesia


Año 420

Jerónimo bendito: pídele a Dios que a nosotros se nos prenda o
contagie ese amor tuyo tan inmenso por la Sagrada Biblia,
por estudiar, amar y practicar la Palabra de Dios.
Bendice a todos los que en el mundo entero se
dedican a dar a conocer y amar el Libro Santo.

Jerónimo quiere decir: el que tiene un nombre sagrado.
(Jero = sagrado. Nomos = nombre).
San Jerónimo
Dicen que este santo ha sido el hombre que en la antigüedad estudió más y mejor la S. Biblia.
Nació San Jerónimo en Dalmacia (Yugoslavia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma.

En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece? Él le respondió: "Soy cristiano – católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos". A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.

Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie.
El mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma). San Francisco de Sales recomendaba leer esta página de nuestro santo porque es bellísima y provechosa: Dice así: "En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma. En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando. Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar. Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?".

San JerónimoVuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la S. Biblia.

Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.

Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Unicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.

Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores (Él decía que las señoras ricas tenían tres manos: la derecha, la izquierda y una mano de pintura... y que a las familias adineradas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras, y sus hijos fuertes como potros salvajes y los papás brillantes y mantecosos, como marranos gordos...). Toda la vida tuvo un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: "¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!".

Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.

Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.

Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.

Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.

La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos". El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.

El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.

San Miguel, San Gabriel y San Rafael Arcángeles

29 de Septiembre

San Miguel, San Gabriel y San Rafael
Arcángeles

Hoy celebramos la fiesta de los tres Arcángeles que nombra la Sagrada Escritura
La palabra Arcángel proviene de dos palabras. Arc = el principal. Y ángel. O sea "principal entre los ángeles. Arcángel es como un jefe de los ángeles.

San Miguel.

San Miguel arcángelEste nombre significa: "¿Quién como Dios? O: "Nadie es como Dios".
A San Miguel lo nombre tres veces la S. Biblia. Primero en el capítulo 12 del libro de Daniel a donde se dice: "Al final de los tiempos aparecerá Miguel, al gran Príncipe que defiende a los hijos del pueblo de Dios. Y entonces los muertos resucitarán. Los que hicieron el bien, para la Vida Eterna, y los que hicieron el mal, para el horror eterno".
En el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis se cuenta lo siguiente: "Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra Satanás y los suyos, que fueron derrotados, y no hubo lugar para ellos en el cielo, y fue arrojada la Serpiente antigua, el diablo, el seductor del mundo. Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado a vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo".
En la Carta de San Judas Tadeo se dice: "El Arcángel San Miguel cuando se le enfrentó al diablo le dijo: ‘Que te castigue el Señor’".
Por eso a San Miguel lo pintan atacando a la serpiente infernal.
La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Y él cuando lo invocamos llega a defendernos, con el gran poder que Dios le ha concedido. Muchos creen que él sea el jefe de los ejércitos celestiales.

San Gabriel.
Su nombre significa: "Dios es mi protector".
San Gabriel arcángelA este Arcángel se le nombra varias veces en la S. Biblia. Él fue el que le anunció al profeta Daniel el tiempo en el que iba a llegar el Redentor. Dice así el profeta: "Se me apareció Gabriel de parte de Dios y me dijo: dentro de setenta semanas de años (o sea 490 años) aparecerá el Santo de los Santos" (Dan. 9).
Al Arcángel San Gabriel se le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna: anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la antigüedad.
Su carta de presentación cuando se le apareció a Zacarías para anunciarle que iba a tener por hijo a Juan Bautista fue esta: "Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios" (Luc. 1, 19).
San Lucas dice: "Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, a una virgen llamada María, y llegando junto a ella, le dijo: ‘Salve María, llena de gracia, el Señor está contigo’. Ella se turbó al oír aquel saludo, pero el ángel le dijo: ‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será Hijo del Altísimo y su Reino no tendrá fin’".
San Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.

San Rafael.

Angeles cantan al Niño en brazos de MaríaSu nombre significa: "Medicina de Dios".
Fue el arcángel enviado por Dios para quitarle la ceguera a Tobías y acompañar al hijo de éste en un larguísimo y peligroso viaje y conseguirle una santa esposa.
Su interesante historia está narrada en el día 7 de febrero. San Rafael es muy invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

lunes, 28 de septiembre de 2009

SAN WENCESLAO DE BOHEMIA,


28 de septiembre

SAN WENCESLAO DE BOHEMIA,


Mártir

Dios nuestro, que impulsaste al santo mártir Wenceslao a anteponer
el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su intercesión,
que tengamos valor para dejar lo que nos impida
unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

San VicenteHijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.

Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.

Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia

domingo, 27 de septiembre de 2009

San Vicente de Paúl

27 de Septiembre

San Vicente de Paúl


Fundador


Año 1660

El Señor Dios que es tan bueno, siga enviando al mundo muchos
Vicentes como este, para bien de todos los necesitados.
Dichoso el que se compadece del pobre.
Dios lo bendecirá (Salmo 41).

San Vicente de PaulVicente significa: "Vencedor, victorioso".
Nació San Vicente en el pueblecito de Pouy en Francia, en 1580. Su niñez la pasó en el campo, ayudando a sus padres en el pastoreo de las ovejas. Desde muy pequeño era sumamente generoso en ayudar a los pobres.
Los papás lo enviaron a estudiar con los padres franciscanos y luego en la Universidad de Toulouse, y a los 20 años, en 1600 fue ordenado de sacerdote.
Dice el santo que al principio de su sacerdocio lo único que le interesaba era hacer una carrera brillante, pero Dios lo purificó con tres sufrimientos muy fuertes.
. El Cautiverio. Viajando por el mar, cayó en manos de unos piratas turcos los cuales lo llevaron como esclavo a Túnez donde estuvo los años 1605, 1606 y 1607 en continuos sufrimientos.
. Logró huir del cautiverio y llegar a Francia, y allí se hospedó en casa de un amigo, pero a este se le perdieron 400 monedas de plata y le echó la culpa a Vicente y por meses estuvo acusándolo de ladrón ante todos los que encontraba. El santo se callaba y solamente respondía: "Dios sabe que yo no fui el que robó ese dinero". A los seis meses apareció el verdadero ladrón y se supo toda la verdad. San Vicente al narrar más tarde este caso a sus discípulos les decía: "Es muy provechoso tener paciencia y saber callar y dejar a Dios que tome nuestra defensa".
. La tercera prueba fue una terrible tentación contra la fe, que aceptó para lograr que Dios librara de esa tentación a un amigo suyo. Esto lo hizo sufrir hasta lo indecible y fue para su alma "la noche oscura". A los 30 años escribe a su madre contándole que amargado por los desengaños humanos piensa pasar el resto de su vida retirado en una humilde ermita. Cae a los pies de un crucifijo, consagra su vida totalmente a la caridad para con los necesitados, y es entonces cuando empieza su verdadera historia gloriosa.
Hace voto o juramento de dedicar toda su vida a socorrer a los necesitados, y en adelante ya no pensará sino en los pobres. Se pone bajo la dirección espiritual del Padre Berule (futuro cardenal) sabio y santo, hace Retiros espirituales por bastantes días y se lanza al apostolado que lo va a volver famoso.
Dice el santo "Me di cuenta de que yo tenía un temperamento bilioso y amargo y me convencí de que con un modo de ser áspero y duro se hace más mal que bien en el trabajo de las almas. Y entonces me propuse pedir a Dios que me cambiara mi modo agrio de comportarme, en un modo amable y bondadoso y me propuse trabajar día tras día por transformar mi carácter áspero en un modo de ser agradable". Y en verdad que lo consiguió de tal manera, que varios años después, el gran orador Bossuet, exclamará: "Oh Dios mío, si el Padre Vicente de Paúl es tan amable, ¿Cómo lo serás Tú?".
San Vicente contaba a sus discípulos: "Tres veces hablé cuando estaba de mal genio y con ira, y las tres veces dije barbaridades". Por eso cuando le ofendían permanecía siempre callado, en silencio como Jesús en su santísima Pasión".
Se propuso leer los escritos del amable San Francisco de Sales y estos le hicieron mucho bien y lo volvieron manso y humilde de corazón. Con este santo fueron muy buenos amigos.
Vicente se hace amigo del Ministro de la marina de Francia, y este lo nombra capellán de los marineros y de los prisioneros que trabajan en los barcos. Y allí descubre algo que no había imaginado: la vida horrorosa de los galeotes. En ese tiempo para que los barcos lograran avanzar rápidamente les colocaban en la parte baja unos grandes remos, y allá en los subterráneos de la embarcación (lo cual se llama galera) estaban los pobres prisioneros obligados a mover aquellos pesados remos, en un ambiente sofocante, en medio de la hediondez y con hambre y sed, y azotados continuamente por los capataces, para que no dejaran de remar.
San Vicente se horrorizó al constatar aquella situación tan horripilante y obtuvo del Ministro, Sr. Gondi, que los galeotes fueran tratados con mayor bondad y con menos crueldad. Y hasta un día, él mismo se puso a remar para reemplazar a un pobre prisionero que estaba rendido de cansancio y de debilidad. Con sus muchos regalos y favores se fue ganando la simpatía de aquellos pobres hombres.
El Ministro Gondi nombró al Padre Vicente como capellán de las grandes regiones donde tenía sus haciendas. Y allí nuestro santo descubrió con horror que los campesinos ignoraban totalmente la religión. Que las pocas confesiones que hacía eran sacrílegas porque callaban casi todo. Y que no tenían quién les instruyera. Se consiguió un grupo de sacerdotes amigos, y empezó a predicar misiones por esos pueblos y veredas y el éxito fue clamoroso. Las gentes acudían por centenares y miles a escuchar los sermones y se confesaban y enmendaban su vida. De ahí le vino la idea de fundar su Comunidad de Padres Vicentinos, que se dedican a instruir y ayudar a las gentes más necesitadas. Son ahora 4,300 en 546 casas.
San Vicente de PaulEl santo fundaba en todas partes a donde llegaba, unos grupos de caridad para ayudar e instruir a las gentes más pobres. Pero se dio cuenta de que para dirigir estas obras necesitaba unas religiosas que le ayudaran. Y habiendo encontrado una mujer especialmente bien dotada de cualidades para estas obras de caridad, Santa Luisa de Marillac, con ella fundó a las hermanas Vicentinas, que son ahora la comunidad femenina más numerosa que existe en el mundo. Son ahora 33,000 en 3,300 casas y se dedican por completo a socorrer e instruir a las gentes más pobres y abandonadas, según el espíritu de su fundador.
San Vicente poseía una gran cualidad para lograr que la gente rica le diera limosnas para los pobres. Reunía a las señoras más adineradas de París y les hablaba con tanta convicción acerca de la necesidad de ayudar a quienes estaban en la miseria, que ellas daban cuanto dinero encontraban a la mano. La reina (que se confesaba con él) le dijo un día: "No me queda más dinero para darle", y el santo le respondió: "¿Y esas joyas que lleva en los dedos y en el cuello y en las orejas?", y ella le regaló también sus joyas, para los pobres.
Parece casi imposible que un solo hombre haya podido repartir tantas, y tan grandes limosnas, en tantos sitios, y a tan diversas clases de gentes necesitadas, como lo logró San Vicente de Paúl. Había hecho juramento de dedicar toda su vida a los más miserables y lo fue cumpliendo día por día con generosidad heroica. Fundó varios hospitales y asilos para huérfanos. Recogía grandes cantidades de dinero y lo llevaba a los que habían quedado en la miseria a causa de la guerra.
Se dio cuenta de que la causa principal del decaimiento de la religión en Francia era que los sacerdotes no estaban bien formados. Él decía que el mayor regalo que Dios puede hacer a un pueblo es dale un sacerdote santo. Por eso empezó a reunir a quienes se preparaban al sacerdocio, para hacerles cursos especiales, y a los que ya eran sacerdotes, los reunía cada martes para darles conferencias acerca de los deberes del sacerdocio. Luego con los religiosos fundados por él, fue organizando seminarios para preparar cuidadosamente a los seminaristas de manera que llegaran a ser sacerdotes santos y fervorosos. Aún ahora los Padres Vicentinos se dedican en muchos países del mundo a preparar en los seminarios a los que se preparan para el sacerdocio.
San Vicente caminaba muy agachadito y un día por la calle no vio a un hombre que venía en dirección contraria y le dio un cabezazo. El otro le dio un terrible bofetón. El santo se arrodilló y le pidió perdón por aquella su falta involuntaria. El agresor averiguó quien era ese sacerdote y al día siguiente por la mañana estuvo en la capilla donde le santo celebraba misa y le pidió perdón llorando, y en adelante fue siempre su gran amigo. Se ganó esta amistad con su humildad y paciencia.
Siempre vestía muy pobremente, y cuando le querían tributar honores, exclamaba: "Yo soy un pobre pastorcito de ovejas, que dejé el campo para venirme a la ciudad, pero sigo siendo siempre un campesino simplón y ordinario".
En sus últimos años su salud estaba muy deteriorada, pero no por eso dejaba de inventar y dirigir nuevas y numerosas obras de caridad. Lo que más le conmovía era que la gente no amaba a Dios. Exclamaba: "No es suficiente que yo ame a Dios. Es necesario hacer que mis prójimos lo amen también".
El 27 de septiembre de 1660 pasó a la eternidad a recibir el premio prometido por Dios a quienes se dedican a amar y hacer el bien a los demás. Tenía 80 años.
El Santo Padre León XIII proclamó a este sencillo campesino como Patrono de todas las asociaciones católicas de caridad.

viernes, 25 de septiembre de 2009

San Carlos de Sezze

San Carlos de Sezze

Franciscano

Año 1670

Gracias hermano Carlos porque nos dejaste estos bellos recuerdos de tu vida. Con razón el Papa Juan XXIII sentía tanta alegría al declararte santo en 1959, porque la vida tuya es un ejemplo de que aún en los oficios más humildes y en medio de humillaciones e incomprensiones podemos llegara un alto grado de santidad y ganarnos la gloria del cielo.

"Al que se humilla, Dios lo enaltece" (Lc. 14, 11).

San Carlos de SezzeEste humilde hermano franciscano escribió por orden expresa de sus superiores los recuerdos de hechos especiales que le sucedieron en su vida. Son los siguientes.

Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze.

De familia pobre, cuando empezó a asistir a la escuela, un día por no dar una lección, el maestro le dio una paliza tan soberana que lo mandó a cama. Entonces los papás lo enviaron a trabajar en el campo y allá pensaba vivir para siempre.

Pero sucedió que un día una bandada de aves espantó a los bueyes que Carlos dirigía cuando estaba arando, y estos arremetieron contra él con gravísimo peligro de matarlo. Cuando sintió que iba a perecer en el accidente, prometió a Dios que si le salvaba la vida se haría religioso. Y milagrosamente quedó ileso, sin ninguna herida.

Entonces otro día al ver pasar por allí unos religiosos franciscanos les pidió que le ayudaran a entrar en su comunidad. Ellos lo invitaron a que fuera a Roma a hablar con el Padre Superior, y con su recomendación se fue allá con tres compañeros más.

El superior para probar si en verdad tenían virtud, los recibió muy ásperamente y les dijo que eran unos haraganes que sólo buscaban conseguirse el alimento gratuitamente, y los echó para afuera. Pero ellos se pusieron a comentar que su intención era buena y que deberían insistir. Y entraron por otra puerta del convento y volvieron a suplicar al superior que los recibiera. Este, haciéndose el bravo, les dijo que esa noche les permitía dormir allí como limosneros pero que al día siguiente tendrían que irse definitivamente. Los cuatro aceptaron esto con toda humildad, pero al día siguiente en vez de despacharlos les dijeron que ya habían pasado la prueba preparatoria y que quedaban admitidos como aspirantes.

En el noviciado el maestro lo mandó a que sembrara unos repollos, pero con la raíz hacia arriba. Él obedeció prontamente y los repollos retoñaron y crecieron. Después el superior del noviciado empezó a humillarlo y humillarlo. Él aguantaba todo con paciencia, pero al fin viendo que iba a estallar en ira, se fue donde el maestro de novicios a decirle que se volvía otra vez al mundo porque ya no resistía más. El sacerdote le agradeció que le hubiera confiado sus problemas y le arregló su situación y pudo seguir tranquilo hasta ser admitido como franciscano.

Ya religioso, un día entraron a la huerta del convento unos toros bravos que embestían sin compasión a todo fraile que se les presentara. El superior, para probar qué tan obediente era el hermano Carlos, le ordenó: "Vaya, amarre esos toros y sáquelos de aquí". El se llevó un lazo, les echó la bendición a los feroces animales y todos se dejaron atar de los cachos y lo fueron siguiendo como si fueran mansos bueyes. La gente se quedó admirada ante semejante cambio tan repentino, y consideraron este prodigio como un premio a su obediencia.

Para que no se volviera orgulloso a causa de las cosas buenas que le sucedían, permitió

Dios que le sucedieran también cosas muy desagradables. Lo pusieron de cocinero y los platos se le caían de la mano y se le rompían, y esto le ocasionaba tremendos regaños. Una noche dejó el fogón a medio apagar y se quemó la cocina y casi se incendia todo el convento. Entonces fue destituido de su cargo de cocinero y enviado a cultivar la huerta. A un religioso que le preguntaba por qué le sucedían hechos tan desagradables, le respondió: "Los permite Dios para que no me llene de orgullo y me mantenga siempre humilde".

Después lo nombraron portero del convento y admitía a todo caminante pobre que pidiera hospedaje en las noches frías. Y repartía de limosna cuanto la gente traía. Al principio el superior del convento le aceptaba esto, pero después lo llamó y le dijo: "De hoy en adelante no admitiremos a hospedarse sino a unas poquísimas personas, y no repartiremos sino unas pocas limosnas, porque estamos dando demasiado". Él obedeció, pero sucedió entonces que dejaron de llegar las cuantiosas ayudas que llevaban los bienhechores. El superior lo llamó para preguntarle: "¿Cuál será la causa por la que han disminuido tanto las ayudas que nos trae la gente?"

"La causa es muy sencilla –le respondió el hermano Carlos-. Es que dejamos de dar a los necesitados, y Dios dejó de darnos a nosotros. Porque con la medida con la que repartamos a los demás, con esa medida nos dará Dios a nosotros".

Desde ese día recibió permiso para recibir a cuanto huésped pobre llegara, y de repartir las limosnas que la gente llevaba, y Dios volvió a enviarles cuantiosas donativos.

Tuvo que hacer un viaje muy largo acompañado de un religioso y en plena selva se perdieron y no hallaban qué hacer. Se pusieron a rezar con toda fe y entonces apareció una bandada de aves que volaban despacio delante de ellos y los fueros guiando hasta lograr salir de tan tupida arboleda.

El director de su convento empezó a tratarlo con una dureza impresionante. Lo regañaba por todo y lo humillaba delante de los demás. Un día el hermano Carlos sintió un inmenso deseo de darle el golpe e insultarlo. Fue una tentación del demonio. Se dominó, se mordió los labios, y se quedó arrodillado delante del otro, como si fuera una estatua, y no le dijo ni le hizo nada. Era un acto heroico de paciencia.

¿Qué era lo que había sucedido? Que el Superior Provincial había enviado una carta muy fuerte al director diciéndole que le había escrito contándole faltas de él. Y éste al pasar por la celda de Carlos había visto varias veces que estaba escribiendo. Entonces se imaginó que era él quien lo estaba acusando. Su apatía llegó a tal grado que le hizo echar de ese convento y fue enviado a otra casa de la comunidad.

Al llegar a aquel convento el provincial, le dijo al tal superior que no era Carlos quien le había escrito. Y averiguaron qué era lo que este religioso escribía y vieron que era una serie de consejos para quienes deseaban orar mejor. El irritado director tuvo que ofrecerle excusas por su injusto trato y sus humillaciones. Pero con esto el sencillo hermano había crecido en santidad.

Las gentes le pedían que redactara algunas normas para orar mejor y crecer en santidad. El lo hizo así y permitió que le publicara el folleto. Esto le trajo terribles regaños y casi lo expulsan de la comunidad. El pobre hombre no sabía que para esas publicaciones se necesitan muchos permisos. Humillado se arrodilló ante un crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía: "Animo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el paraíso".

La petición más frecuente del hermano Carlos a Dios era esta: "Señor, enciéndeme en amor a Ti". Y tanto la repitió que un día durante la elevación de la santa hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón. Desde ese día su amor a Dios creció inmensamente.

Al fin los superiores se convencieron de que este sencillo religioso era un verdadero hombre de Dios y le permitieron escribir su autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca de la meditación.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Nuestra Señora de las Mercedes y San Gerardo Sagredo

Nuestra Señora de las Mercedes


San Gerardo Sagredo

Nuestra Señora de las Mercedes. Patrona de los Presos.

Nuestra Señora de la MercedUna antigua tradición narra que en el año de 1218 la Sma. Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a socorrer a los que eran llevados cautivos a sitios lejanos.

San Pedro Nolasco, apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort, fundó la Orden religiosa de Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes. La palabra merced quiere decir: misericordia, ayuda, caridad.

Esta comunidad religiosa lleva muchos siglos ayudando a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos.

Desde el año 1259 los Padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual está muy extendida por el mundo.

Recordemos que a quienes ayudan a los presos les dirá Cristo en el día del Juicio: "Estuve preso y me ayudaste. Todo el bien que le hiciste a los demás, aunque sea a los más humildes, a Mí me lo hiciste"(Mat. 25, 40).

San Gerardo Sagredo. Mártir.

Es de origen Veneciano. Nació cerca del año 980. Fue monje benedictino, obispo y evangelizador de Hungría en Buda (Buda y Pest están separadas por el Danubio. Fue encargado de la educación del hijo del rey Santo y unificador de Hungría. Fue lapidado y lanceado por los bárbaros hecho mártir el 24 de Septiembre de 1043, junto con otros cuatro obispos. Parte de sus reliquias están en Hungría, otra parte en la Basílica Santa María la Mayor de la Isla de Murano en el Golfo de Venecia.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

San pío de pietrelcina

San pío de pietrelcina


Biografía
« En cuanto a mí,¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo! » (Gal 6, 14).

Padre Pío de Pietrelcina, al igual que el apóstol Pablo, puso en la cumbre de su vida y de su apostolado la Cruz de su Señor como su fuerza, su sabiduría y su gloria. Inflamado de amor hacia Jesucristo, se conformó a Él por medio de la inmolación de sí mismo por la salvación del mundo. En el seguimiento y la imitación de Cristo Crucificado fue tan generoso y perfecto que hubiera podido decir «con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 19). Derramó sin parar los tesoros de la gracia que Dios le había concedido con especial generosidad a través de su ministerio, sirviendo a los hombres y mujeres que se acercaban a él, cada vez más numerosos, y engendrado una inmensa multitud de hijos e hijas espirituales.

Este dignísimo seguidor de San Francisco de Asís nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento, hijo de Grazio Forgione y de María Giuseppa De Nunzio. Fue bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión.

El 6 de enero de 1903, cuando contaba 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío. Acabado el año de noviciado, emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne.

Después de la ordenación sacerdotal, recibida el 10 de agosto de 1910 en Benevento, por motivos de salud permaneció en su familia hasta 1916. En septiembre del mismo año fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte.

Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre, según la misión especial que caracterizó toda su vida y que llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.

En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la «Casa del Alivio del Sufrimiento», inaugurada el 5 de mayo de 1956. Para el Siervo de Dios la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: «En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios». La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.

Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.

El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.

Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos.Ejerció de modo ejemplar la virtud de la prudencia, obraba y aconsejaba a la luz de Dios. Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas. Trató a todos con justicia, con lealtad y gran respeto.

Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. Aceptó en silencio las numerosas intervenciones de las Autoridades y calló siempre ante las calumnias. Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir.

Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedeció en todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión e integral en su realización. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.

Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio de tanta admiración del mundo, repetía: «Quiero ser sólo un pobre fraile que reza».

Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente, en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente.

La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. La concurrencia a su funeral fue extraordinaria.

El 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de la muerte del Siervo de Dios, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: «!Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento».

Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas.

En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de milagros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y a toda clase de personas.

De este modo, Dios manifestaba a la Iglesia su voluntad de glorificar en la tierra a su Siervo fiel. No pasó mucho tiempo hasta que la Orden de los Frailes Menores Capuchinos realizó los pasos previstos por la ley canónica para iniciar la causa de beatificación y canonización. Examinadas todas las circunstancias, la Santa Sede, a tenor del Motu Proprio «Sanctitas Clarior» concedió el nulla osta el 29 de noviembre de 1982. El Arzobispo de Manfredonia pudo así proceder a la introducción de la Causa y a la celebración del proceso de conocimiento (1983-1990). El 7 de diciembre de 1990 la Congregación para las Causas de los Santos reconoció la validez jurídica. Acabada la Positio, se discutió, como es costumbre, si el Siervo de Dios había ejercitado las virtudes en grado heroico. El 13 de junio de 1997 tuvo lugar el Congreso Peculiar de Consultores teólogos con resultado positivo. En la Sesión ordinaria del 21 de octubre siguiente, siendo ponente de la Causa Mons. Andrea María Erba, Obispo de Velletri-Segni, los Padres Cardenales y obispos reconocieron que el Padre Pío ejerció en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y las relacionadas con las mismas.

El 18 de diciembre de 1997, en presencia de Juan Pablo II, fue promulgado el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes.

Para la beatificación del Padre Pío, la Postulación presentó al Dicasterio competente la curación de la Señora Consiglia De Martino, de Salerno (Italia). Sobre este caso se celebró el preceptivo proceso canónico ante el Tribunal Eclesiástico de la Archidiócesis de Salerno-Campagna-Acerno de julio de 1996 a junio de 1997 y fue reconocida su validez con decreto del 26 de septiembre de 1997. El 30 de abril de 1998 tuvo lugar, en la Congregación para las Causas de los Santos, el examen de la Consulta Médica y, el 22 de junio del mismo año, el Congreso peculiar de Consultores teólogos. El 20 de octubre siguiente, en el Vaticano, se reunió la Congregación ordinaria de Cardenales y obispos, miembros del Dicasterio, siendo Ponente Mons. Andrea M. Erba, y el 21 de diciembre de 1998 se promulgó, en presencia de Juan Pablo II, el Decreto sobre el milagro.

El 2 de mayo de 1999 a lo largo de una solemne Concelebración Eucarística en la plaza de San Pedro Su Santidad Juan Pablo II, con su autoridad apostólica declaró Beato al Venerable Siervo de Dios Pío de Pietrelcina, estableciendo el 23 de septiembre como fecha de su fiesta litúrgica.Para la canonización del Beato Pío de Pietrelcina, la Postulación ha presentado al Dicasterio competente la curación del pequeño Mateo Pio Colella de San Giovanni Rotondo. Sobre el caso se ha celebrado el regular Proceso canónico ante el Tribunal eclesiástico de la archidiócesis de Manfredonia‑Vieste del 11 de junio al 17 de octubre del 2000. El 23 de octubre siguiente la documentación se entregó en la Congregación de las Causas de los Santos. El 22 de noviembre del 2001 tuvo lugar, en la Congregación de las Causas de los Santos, el examen médico. El 11 de diciembre se celebró el Congreso Particular de los Consultores Teólogos y el 18 del mismo mes la Sesión Ordinaria de Cardenales y Obispos. El 20 de diciembre, en presencia de Juan Pablo II, se ha promulgado el Decreto sobre el milagro y el 26 de febrero del 2002 se promulgó el Decreto sobre la canonización.

(Biografía del Vaticano)

San Andrés Huberto Fournet

23 de Septiembre


San Andrés Huberto Fournet


Fundador de la
Comunidad


de Hermanas de la Santa Cruz

(1752-1834)

SU VIDA

Este fue el muchacho que cuando era estudiante firmaba sus libros con esta frase: "Andrés, que nunca será ni religioso ni sacerdote". Y Dios le hizo la jugada de hacerlo sacerdote y fundador de una orden de religiosas. Nació cerca de Poitiers (Francia) en 1752.

En sus primeros años era rebelde y molestón y la única que medio lo podía soportar era su propia madre. Pero esta santa mujer se propuso hacer de esa fierecilla un buen pastor, que salvara otras almas que estuvieran en dificultades.

Su mamá era supremamente generosa con los pobres. Andrés la criticaba porque le parecía que ella daba demasiado, y le decía que a los pobres había que darles las sobras únicamente. Ella le dijo un día: "Mira, vas a la mesa, echas en una bandeja las mejores frutas, los panes más grandes y los traes y los regalas al pobre que está en la puerta pidiendo. Recuerda que lo que se dé al necesitado se le da a Nuestro Señor, y que para el Señor siempre se da lo mejor". En el momento el muchacho no entendió la lección, pero más tarde hará de este consejo de su madre una ley para toda su vida.

Los papás lo enviaron a un colegio a estudiar interno, pero Andrés era el promotor de todos los desórdenes. Parecía que tuviera cien pulgas debajo de la camisa. No era capaz de estarse quieto. Al fin el rector, como castigo, lo hizo encerrar en un cuarto oscuro. Pero el inquieto estudiante se fugó de allí y se fue para la casa. Cuando su padre ya le iba a dar por ello un tremendo castigo, la mamá intercedió por él y obtuvo que le perdonara el castigo con tal de que volviera al colegio y se portara bien. Así lo prometió y así lo cumplió. En adelante su conducta fue excelente.

Al empezar sus estudios de filosofía en Poitiers, perdió el poco fervor que tenía y se dedicó a una vida mundana y de continuos paseos y fiestas y bailes. Pero todo esto le dejaba un vacío inmenso en el alma y una insatisfacción completa y horrible.

Sin consultar a ninguno de su familia se entró de militar. Pero cuando quiso visitar a sus familiares, ninguno lo quiso aceptar. Y tuvo la mamá que ir al ejército y pagar una fuerte multa para que lo licenciaran y lo dejaran retirarse. Quiso buscar puesto como empleado público, pero tenía una letra tan enredada que en todas las oficinas donde pidió empleo fue rechazado.

Fue entonces cuando le recomendaron que se fuera a pasar unas semanas con un tío sacerdote, párroco, que tenía fama de santo. Y allí en compañía de este hombre de Dios, le llegó a Andrés el cambio total en su comportamiento y en su modo de pensar, y se dedicó a los estudios eclesiásticos, y a la oración y la meditación.

Fue ordenado sacerdote y enviado como ayudante de su tío el párroco.

Empezó a predicar y lo hacía con palabras muy elegantes y rebuscadas. Un día al empezar el sermón se le olvidó todo y tuvo que suspender su sermón. Su tío, el anciano párroco, le dijo: "Es que lo que buscas es lucirte y aparecer bien ante los demás, y eso no le gusta a Dios. Debes predicar con más sencillez". Cambió entonces de método y en adelante la gente comentaba: "Antes el padrecito aparecía como muy sabio, pero nadie le entendía nada. Ahora habla como nosotros, y su predicación nos vuelve mejores".

Cuando ya lo nombraron párroco, Andrés se dedicó a vivir muy elegantemente con lujosas comodidades en su casa cural. Más le interesaba aparecer como un señor muy importante que como un santo sacerdote. Su madre seguía rezando mucho por él. Y un día que había preparado un gran almuerzo para los más ricos de la parroquia llegó un pordiosero a pedirle limosna y entró hasta el comedor. El Padre le dijo que no tenía nada para darle, y el otro observando esas mesas tan bien servidas le dijo: "¿Y todo esto qué es?". Y mirándolo fijamente le dijo: "Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo". Esta frase le impresionó inmensamente al joven párroco. Esa noche se fue a la iglesia y le pidió perdón a Nuestro Señor y desde el día siguiente quitó todos los lujos de su casa parroquial, y se dedicó por completo a ayudar a los pobres. En adelante en vez de invitar a los ricos se iba a visitar a los más abandonados. Desde que dejó su vida de lujos y de comilonas y se dedicó a gastar todo lo que recibía a favor de los pobres, la santidad de Andrés empezó a crecer notablemente.

En 1789 estalló la terrible Revolución Francesa que asesinó a miles de católicos y persiguió sin compasión a todos los sacerdotes. El Padre Andrés tuvo que esconderse y los guardias de la revolución lo buscaban por todas partes. Un día cuando estaba escondido en un armario en una familia, al oír que los perseguidores amenazaban a los demás de la casa, salió y se les presentó a los militares, y estos quedaron tan impresionados ante su venerable presencia, que se fueron y no se lo llevaron preso.

El Padre Andrés se disfrazó de labrador y se fue a vivir en la finca de una señora muy católica. Pero un día llegaron allá los enviados del gobierno en busca de él para llevárselo y matarlo. La señora y Andrés estaban charlando junto a la chimenea cuando de repente llegaron los gendarmes preguntando por el sacerdote. La dama sin más ni más le dio una cachetada al padre diciéndole: "Váyase inmediatamente a hacer sus oficios y deje de estar por aquí sin hacer nada". Los militares creyeron que era un servicial de la casa y no lo siguieron, y así él pudo salir huyendo. Después decía por burla: "Fue lo mejor que usted podía hacer. Si no, me habrían descubierto".

Después tuvo que salir huyendo hacia España y allá estuvo cinco años. Cuando suavizó la persecución, volvió a su querida parroquia de Maillé y se dedicó a reavivar el fervor de sus parroquianos predicándoles misiones y dedicando muchas horas a confesar. Todos lo querían.

Tuvo la suerte de encontrar una mujer con grandes cualidades para la vida religiosa, Santa Isabel Bichier, y con ella fundó la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz, que se llaman también, hermanas de San Andrés. Él fue hasta su muerte el director espiritual de esa comunidad. Un día en que las religiosas no tenían casi harina para hacer pan para sus muchos niños pobres, el santo le dio la bendición a un poco de harina, y con ella pudieron hacer pan para todos.

Muchos laicos y sacerdotes lo buscaban para que les diera dirección espiritual porque tenía el don de saber aconsejar muy bien.

El 13 de mayo de 1834 pasó a gozar de la paz del Señor

Para nosotros la vida de San Andrés Fournet es un ejemplo de cómo aunque en nuestros primeros años no hayamos sido muy fervorosos, si tenemos buena voluntad y deseo de tener contento a Dios, podremos ir avanzando notablemente hacia la santidad.


martes, 22 de septiembre de 2009

Santo Tomás de Villanueva


10 de Octubre

Santo Tomás de Villanueva


Arzobispo


Año 1555

Gracias Señor por estos santos tan admirables.
El que ayuda al pobre, presta a Dios,
y Dios le recompensará (Proverbios).

Jesús es bajado de la CruzEste inmenso predicador que fue llamado por sus oyentes "el divino Tomás", nació en España en 1488 y su sobrenombre le vino de la ciudad donde se educó y creció.

Sus padres no le dejaron riquezas materiales en herencia, pero sí una herencia mucho más importante: un profundo amor hacia Dios y una gran caridad hacia los demás.

Hizo sus estudios con gran éxito en la universidad de Alcalá y en 1516 pidió y obtuvo ser admitido en la comunidad de los padres agustinos, en Salamanca. En 1518 fue ordenado sacerdote y luego fue profesor de la universidad. Poseía una inteligencia excepcionalmente lúcida y un criterio muy práctico para dar opiniones sobre temas difíciles. Pero tuvo que ejercitarse continuamente para adquirir una buena memoria y luchar mucho para que las distracciones no le alejaran de los temas que quería tratar.

Sentía una predilección especial por atender a los enfermos y repetía que cada cama de enfermo es como la zarza ardiente de Moisés, en la cual se logra encontrar uno con Dios y hablar con Él, pero entre las espinas de incomodidad que lo rodean.

Fue nombrado Provincial de su comunidad y en 1533 envió a América los primeros Padres Agustinos que llegaron a México.

Frecuentemente mientras celebraba la Santa Misa o rezaba los Salmos, le sobrevenían los éxtasis y se olvidaba de todo lo que lo rodeaba y sólo pensaba en Dios.

En esos momentos el rostro le brillaba intensamente.

Cierto día mientras predicaba fuertemente en Burgos contra el pecado, tomó en sus manos un crucifijo y levantándolo gritó "¡Pecadores, mírenlo!", y no pudo decir más, porque se quedó en éxtasis, y así estuvo un cuarto de hora, mirando hacia el cielo, contemplando lo sobrenatural. Al volver en sí, dijo a la multitud que estaba maravillada: "Perdonen hermanos por esta distracción. Trataré de enmendarme".

El emperador Carlos V le había ofrecido el cargo de arzobispo de Granada pero él nunca lo había aceptado. Entonces un día el emperador le dijo a su secretario: Escriba: "Arzobispo de Valencia, será el Padre...", y le dictó el nombre de otro sacerdote de otra comunidad. Cuando fue a firmar el decreto leyó que el secretario había escrito: "Arzobispo de Valencia, el Padre Tomás de Villanueva". "¡Pero este no fue el que yo le dicté!", dijo el emperador. "Perdone, señor" – le respondió el secretario. "Me pareció haberle oído ese nombre. Pero enseguida lo borraré". "No, no lo borre, dijo Carlos V, el otro era el que yo pensaba elegir. En cambio este es el que Dios quiere que sea elegido". Y mandó que lo llamaran para dar el nombramiento.

Tomás se negó totalmente a obedecer al emperador en esto. El hijo del gobernante (el futuro Felipe II) le rogó que aceptara, pero tampoco quiso aceptar. Solamente cuando su superior de comunidad le mandó bajo voto de obediencia, entonces sí aceptó tan alto cargo.

Llegó a Valencia de noche, en medio de terrible aguacero, acompañado solamente por un religioso de su comunidad. Pidió hospedaje de caridad en el convento de los Padres Agustinos, diciendo que le bastaba una estera en el suelo para dormir (Cuando los frailes descubrieron quién era él se arrodillaron a pedirle su bendición). Antes de posesionarse del arzobispado hizo seis días de retiro de oración y penitencia en el convento. Quería empezar bien preparado para su difícil oficio.

Al posesionarse de su cargo de Arzobispo, los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron 4,000 monedas de plata para hospital diciendo: "los pobres necesitan esto más que yo. ¿Qué lujos y comodidades puede necesitar un sencillo fraile y religioso como soy yo?".

Algunos lo criticaban porque usaba una sotana muy vieja y desteñida, y él respondía: "Lo importante o es una sepultura. Lo importante es embellecer el alma que nunca se va a morir".

El emperador Carlos V al oírle predicar exclamaba: "Este Monseñor conmueve hasta las piedras". Y cuando estaba en la ciudad, el emperador nunca faltaba a los sermones de Monseñor Tomás. Sus sermones producían cambios impresionantes en los oyentes, y aun hoy día conmueven profundamente a quienes los leen. La gente decía que Tomás de Villanueva era como un nuevo apóstol San Pablo, enviado por Dios para transformar a los pecadores.

Lo que más le interesaba era transformar a sus sacerdotes. A los menos cumplidores se los ganaba de amigos y poco a poco a base de consejos y peticiones amables los hacía volverse mejores. A uno que no quería cambiar, lo llamó a su palacio y le dijo: "Yo soy el que tengo la culpa de que usted o quiera enmendarse. Porque no he hecho penitencias por su conversión, por eso no ha cambiado". Y quitándose la camisa empezó a darse fuetazos a sí mismo hasta derramar sangre. El otro se arrodilló llorando y le pidió perdón y desde ese día mejoró totalmente su conducta.

Dedicaba muchas horas a rezar y a meditar, pero su secretario tenía la orden de llamarlo tan pronto como alguna persona necesitara consultarle o pedirle algo. A su palacio arzobispal acudían cada día centenares de pobres a pedir ayuda, y nadie se iba sin recibir algún mercado o algún dinero. Especial cuidado tenía el prelado para ayudar a los niños huérfanos. Y en los once años de su arzobispado no quedó ninguna muchacha pobre de la ciudad que en el día de su matrimonio no recibiera un buen regalo del arzobispo. A quienes lo criticaban por dar demasiadas ayudas aun a vagos, les decía: "mi primer deber es no negar un favor a quien lo necesita, si en mi poder está el hacerlo. Si abusan de lo que reciben, ellos responderán ante Dios".

A los ricos les insistía continua y fuertemente acerca del deber tan grave que cada uno tiene de gastar en dar limosnas todo lo que le sobre, es vez de gastarlo en lujos y cosas inútiles. Decía a la gente: "¿En qué otra cosa puedes gastar mejor tu dinero que en pagar tus culpas a Dios, haciendo limosna? Si quieres que Dios oiga tus oraciones, tienes que escuchar la petición de ayuda que te hacen los pobres. Debes anticiparte a repartir ayudas a los que no se atreven a pedir".

Algunos le decían que debía ser más fuerte y lanzar maldiciones contra los que vivían en unión libre. Él respondía: "Hago todo lo que me es posible por animarlos a que se pongan en paz con Dios y que no vivan más en pecado. Pero nunca quiero emplear métodos agresivos contra nadie". Si oía hablar de otro respondía: "Quizás lo que hizo fue malo, pero probablemente sus intenciones eran buenas".

En septiembre de 1555 sufrió una angina de pecho e inflamación de la garganta. Mandó repartir entre los pobres todo el dinero que había en su casa. Hizo que le celebraran la S. Misa en su habitación, y exclamó: "Que bueno es Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su cielo para siempre". Y murió. Tenía 66 años.

lunes, 21 de septiembre de 2009

San Mateo

21 de septiembre


San Mateo


Apóstol y Evangelista


Mateo significa: "regalo de Dios".

Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo.

Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de Dios.

Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. Y un día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: "Ven y sígueme".

Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo tan productivo, se fue con El, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con gusto.

Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. "¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?"

Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: "No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido". Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.

Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y dicen que predicó en Etiopía y que allá murió martirizado.

En todo el mundo es conocido este santo, y lo será por siempre, a causa del maravilloso librito que él escribió: "El evangelio según San Mateo". Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: "Buenas Noticias") copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.

El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.

Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.

A cada uno de los 4 evangelistas se les representa por medio de uno de los 4 seres vivientes que, según el profeta, acompañan al Hijo del hombre (un león: el valor. El toro: la fuerza. El águila: los altos vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A San Marcos se le representa con un león. A San Lucas con un toro (porque empieza su evangelio narrando el sacrifico de una res que estaban ofreciendo en el templo). A San Juan por medio del águila, porque este evangelio es el que más alto se ha elevado en sus pensamientos y escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José.

Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a Jesús que nos conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar siempre su santo evangelio.

Decía Jesús "Convertíos y creed en el evangelio" (Mc. 1, 15).

Fuente: EWTN